En el parque
natural donde habitan los monos aulladores, el tití, el venado, la palma
amarga, el guayacán, el Carreto, el Caracolí y otros animales y plantas, se
encontraban felices los árboles de Carreto
sembrados a la orilla del río por conservar suficiente la cantidad de agua en
especial en verano.
Al rio se acercó
a beber un venado, que venía agotado después de correr huyendo de los extraños
que le incomodaban con su presencia; eran tres adolescentes que estaban
fumando, dos chicos y una chica; a estos también los había visto Alirio, el
mono aullador; padre de una linda
familia conformada por tres hijos: dos machos, una hembra y su linda esposa Riviola que probablemente
estaban disfrutando de la fresca tarde comiendo frutas de algunos árboles,
entre ellos el de mango que era su favorito o tumbados a la sombra de un guayacán
solitario que varios años atrás un niño sembró.
El mono se
estaba entusiasmado espiando a los jóvenes que parecían estar emocionados mientras fumaban.
__ ¡Eso que se
meten en la boca debe de estar verdaderamente bueno! __ pensó Alirio.
Los muchachos
dejaron el lugar, abandonando un cigarrillo a medio probar y aún prendido, los
chicos no tuvieron la precaución de apagarlo, lo que pudo haber sido fatal; de
no ser porque Alirio que presuroso recogió
el cigarrillo y cuando lo tuvo en su mano recordó lo complacidos que se veían
los adolescentes e imitando el gesto se lo metió en la boca y lo probó, al
principio le produjo tos, pero cuando lo intentó de nuevo le pareció más
agradable… Se lo llevó de nuevo a la boca y siguió fumando; iba caminando y
tras una gran bocanada llegó muy contento
donde su familia que disfrutaba de la sombra del guayacán, la saludo;
todos se aterrorizaron al ver salir humo de su boca.
__ ¡Papá no
fumes!__ dijo Rosalia la hija de Alirio
__ No te
preocupes cariño esto es muy bueno
__ ¡No es
cierto! he leído en un libro que fumar daña los pulmones
__ Tú no sabes
nada de eso, estas muy chica para entender __dijo Alirio
Todos miraron al
mono con preocupación, en especial Riviola que sabe lo terco que es su esposo,
Rosalía que había heredado un tanto la terquedad de su padre fue a buscar el
libro para mostrarle que ella tenía razón, pero eso no sirvió de nada, el
rechazó lo que le mostraba su hija y terminó el cigarro que ya le había
empezado a gustar.
Para animarse
decidieron comer de las deliciosas frutas que habían traído Geovano y Rómulo
los otros hijos de Alirio y Riviola, hermanos de Rosalia; entre las frutas
habían unos mangos bien maduros que con sorpresa para su familia Alirio
rechazó, no tenía hambre, pero estaba muy feliz de ver disfrutar a su familia
con tan delicioso manjar.
Mientras tanto,
entre los árboles se encontraba un pequeño mico tití saltando de rama en rama,
estaba muy contento porque era su diversión favorita. Muy hábil trepando los
árboles, el tití se cuelga de la cola con su cabeza hacia abajo. De pronto
divisó a la familia de aulladores, siente nostalgia al sentirse solo sin
su familia, él es tímido y no se atreve
acercarse y piensa alejarse, sin embargo Alirio que es amigable lo vio.
__ Tití, amigo
¿qué haces allá arriba tan solo?
El titi corrió a
esconderse, pero Alirio que también es buen trepador lo alcanzó e invitó a pasar la tarde con ellos.
El titi se
sonrojó y tímidamente fue bajando del árbol, mientras que el aullador para
darle más confianza lo tomo del hombro y juntos bajaron del árbol.
__ ¡Mira! Te
presento mi familia__ dijo Alirio
__ Ellos son mis
hijos Geovano y Rómulo, mi hija Rosalia,
mi esposa Riviola y yo soy Alirio
__ Hola, mi
nombre es Tulio
__ ¿Te gusta el
mango?__ preguntó Riviola__ mientras sonríe con amabilidad
__ Si, ¡Muchas
gracias!
Al poco rato
Tulio se siente feliz de estar compartiendo con la familia de aulladores, después
de comer subió a jugar a lo alto de las
ramas de los arboles junto con Geovano, Rómulo y Rosalia que eran cachorros de su
misma edad.
Están trepando
los árboles cuando ven una preciosa palma amarga, que como tiene un tronco
resistente y una forma bastante recta deciden jugar a quien sube
más rápido por ella, juegan un rato hasta que Riviola llama sus hijos
porque ya se está haciendo tarde y les dice que se despidan de su nuevo amigo.
Al día siguiente
mientras los cachorros jugaban entre los caracolíes, que son los árboles favoritos
de Tulio por ser altos y frondosos y le
facilitan a él sus piruetas. Alirio se aventurara por su cuenta Se encontró que
los adolescentes han regresado y están, fumando y él se pone muy contento,
además ve como hacen para prender los cigarrillos, espera a que los jóvenes se
vayan para tomar los cigarros que ellos distraídamente dejan abandonados,
además la jovencita deja tirado un encendedor que el que ya había visto como se
utilizaba, lo toma y se pasa todo el resto del día fumando. Cuando regresa a casa Riviola nota un nuevo
olor.
__ ¡Qué
desagradable hueles!__ le regaña Riviola.
Así van pasando
los días y Alirio sigue saqueando los cigarrillos que dejaban los jóvenes,
convirtiéndose en un fumador. Ahora no quiere comer, esta flaco, y anda con
mucha tos, hasta que se empieza a sentir muy enfermo y mareado, cae
desfallecido en el pasto cerca al río donde Lucas, su amigo el venado
acostumbra a ir a beber agua, lo encuentra;
montándolo con cuidado en su lomo se acerca al río para que ambos beban y el mono recupere sus fuerzas.
Atraviesan el río gracias a la habilidad de nadador
de Lucas pues tiene un cuerpo flexible
que se adapta a todo los terrenos, el venado lleva a su amigo a donde su
familia que ya empezaba angustiarse por la demora lo aguardaban bajo el guayacán
donde es su principal punto de encuentro.
La familia al
ver que Alirio viene con Lucas se alegraron, sintiéndose tranquilos al ver de
nuevo al mono, sin embargo Alirio sigue tosiendo y se está apretando. El venado
que tiene unos pocos conocimientos médicos acercó su oído a su pecho se dio
cuenta de que tenía una afección respiratoria .El guayacán que escuchaba con
atención lo sucedido decidió intervenir:
__ ¡Yo los puedo
ayudar!
__ ¿Cómo? __
Preguntó el venado
__ Con la resina
de mi corteza
Haciéndose una herida a su corteza extrajo su propia
resina que le dieron al enfermo por
varios días hasta que por fin logró recuperarse.
Entendió que su hija
tenía razón con respecto a fumar, volvió a alimentarse con las frutas que son su alimento por
naturaleza.
El tití fue a visitarlo y le llevó unas cuantas de estas delicias.
Un día Tulio
estaba explorando en el parque, jugando entre las ramas de los caracolíes,
divisó a los adolescentes que en ese momento abandonaban el lugar dejándolo
repleto de comida chatarra; él que se sentía hambriento se lanzó a unas
salchichas y a unas papitas, ¡pobrecito!
Como su estómago estaba acostumbrado a otro tipo de alimentos terminó mal, con
diarrea hasta que se deshidrató.
Julio uno de los
jóvenes se devolvió por su mochila
olvidada, encontró al titi descompuesto, se preocupo mucho y lo llevó de
urgencia al veterinario quien le dijo que la causa de la diarrea había sido los
desperdicios dejados por él y sus
amigos. Por fortuna Tulio se recuperó pronto y
Julio lo devolvió a su habitad natural cerca del guayacán donde encontró
a los aulladores y al venado.
El adolescente
al ver al árbol lo abrazó, al recordar que de niño él lo había sembrado en ese
lugar, en la época que era cuidadoso de no dejar desperdicios.
Días después,
todos los jóvenes decidieron sembrar
cada uno el árbol de su preferencia, la muchacha sembró un Carreto, el
otro joven una palma amarga y Julio por supuesto un caracolí, árbol favorito de
Tulio. Después de todo fumar y dejar comida botada no les había servido de nada
solo por el contrario causaron problemas en especial a la flora y fauna del
parque natural.
Ángela María
Visbal